Fray Pedro Nolasco de Santa María

La individualización de este personaje se la debemos al doctor Raúl A. Molina. Por tratarse del primer declarante de la historia del origen y culto de Nuestra Señora de Luján, vale la pena que nos detengamos en conocer su genealogía, que confirmará los datos familiares que él mismo trascribe y que fundamentan la veracidad de su narración.

Santa María comienza así su relación: “Certifico haber oído al difunto mi padre, a mi bisabuela, y a otras personas del pago (que individualmente no me acuerdo), que en aquel tiempo que el Reino de Portugal y el de Castilla se gobernaban por una corona; y en cuyo tiempo nació dicho mi padre…”, continuando inmediatamente con el relato del milagro.

Y cierra la información con la siguiente declaración: “Certifico ser de edad de setenta y un años”[1].

Con estos escasos datos de nombre y edad, pudo el doctor Molina llegar a individualizar exactamente a Santa María. “Fue una tarea singularmente penosa”, escribe dicho doctor[2]. Por el nombre: Pedro, y la edad: setenta y un años, vino a dar con una partida de bautismo de un tal Pedro Arruz y Aguilera[3], y halló que ese dicho Pedro tuvo viva a su bisabuela hasta los nueve años, y por supuesto, su padre.

En cuanto al nombre y apellido de Nolasco de Santa María responde a elección propia, como ocurre en muchas de las antiguas órdenes regulares, y así se llaman sus religiosos: de la Anunciación, de la Santa Cruz, de la Concepción, etcétera. Nada más natural que un mercedario eligiera el nombre de Nolasco de Santa María, tan afecto a la orden[4].

Sus padres se llamaban Pascual de Arruz y María de Aguilera; Pascual, el padre, fallecía en los primeros días de noviembre de 1705[5]. Su madre era hija de Agustín del Corro y Aguilera, y de María Luque y Morán, y fueron padres de esta última Cristóbal de Luque y Jinebra Perez Morán. Ésta –bisabuela, en consecuencia, de Pedro Nolasco– testaba en 1675 y fallecía, a mediados de marzo del mismo año; esto es, cuando su bisnieto tenía unos nueve años[6].

Queda probado, por tanto, que Pedro Nolasco de Santa María nació en 1666, y que tanto su padre, Pascual de Arruz, y su bisabuela, Jinebra Pérez Morán, vivieron lo suficiente como para contar a Pedro Nolasco de Santa María aquel milagro de la Virgen de Luján, que tanto conmoviera al Buenos Aires de la época.

Pedro Nolasco de Santa María debió entrar muy joven en la Orden Mercedaria, pues ya en 1692 lo vemos figurar en cargos de responsabilidad, como de secretario del padre provincial fray Juan Cano Aragón[7].

En 1695 lo hallamos de comendador del convento de Buenos Aires, y luego, de procurador del mismo. Es en este tiempo cuando figura su nombre en escrituras de terrenos que los mercedarios tenían en Luján[8].

Según información que da el padre Jorge María Salvaire, estuvo de capellán interino en la capilla de Nuestra Señora de Luján, al pasar su titular, doctor Bernardino Verdún de Villaysán, al curato de la santa iglesia catedral de Buenos Aires[9]; y sabemos ciertamente por el mismo Santa María que igualmente ejerció dicho puesto de capellán interino durante la capellanía del doctor Francisco Rendón y que en ese su tiempo de capellán acaecieron varios milagros, de los cuales informa al Tribunal Eclesiástico[10].

Estuvo también de capellán en la estancia de don Diego de Santana, vecino del pago de los Arrecifes y persona muy devota de la Virgen de Luján[11].

En la Tabla de oficios de la Orden Mercedaria figura por última vez en 1746; no así ya en la Tabla del Capítulo Provincial de 1753, lo que indicaría su fallecimiento[12].

Cerramos esta breve biografía del fraile mercedario con las mismas palabras con que el secretario del Tribunal Eclesiástico en 1737 cerraba la declaración de dicho testigo. En su cortedad, es un gran elogio. Así escribe: “Hasta aquí es relación del reverendo padre fray Pedro Nolasco de Santa María, de la Orden de Nuestra Señora de Mercedes, persona de autoridad y maestro en su Orden”[13].