Fray Antonio Oliver era español, nacido en Palma de Mallorca en 1711[14]. A los 16 años, en 1727, vistió allí el hábito de la Orden Franciscana. Siendo aún muy joven sobresalió en el estudio de la filosofía y de la teología, y fue nombrado maestro en ambas disciplinas.
Fue un hombre muy culto, dedicado al estudio y conocedor de las lenguas antiguas (latín, griego, hebreo y árabe), gramático, traductor de los autores clásicos latinos, autor de obras de teología moral y espiritual, cronista de su orden. Padeciendo una grave enfermedad hizo voto de ofrecerse a las misiones si recobraba la salud y fue prodigiosamente curado. Obtuvo el título de misionero apostólico, deseando pasar el resto de su vida dedicado al trabajo por la conversión de los infieles. Partió entonces para el Perú en el año 1751, y su primer destino fue el célebre convento misionero de Santa Rosa de Ocopa. En 1755 llegó a Tarija, con la misión de reedificar el convento, que llegaría luego a ser Colegio de Propaganda Fide. Allí fray Antonio fue Guardián en dos períodos distintos.
Alrededor de 1770 llega a su último destino, Buenos Aires, donde vivirá hasta su muerte, acaecida el 31 de mayo de 1787. En la ciudad porteña fray Antonio escribió numerosos libros de religión, de teología, de espiritualidad, pero la mayoría de su obra no vio la luz de la imprenta. Fue visitador de la tercera orden y capellán del convento de hermanas capuchinas de Nuestra Señora del Pilar, para quienes compuso varios escritos, entre los que se cuentan un Catecismo místico para instrucción de las religiosas y un Comento de la Regla de Santa Clara. En estos años en Buenos Aires creció su fama de varón sabio y santo.