Mons. Presas precisa algunos datos inciertos de las crónicas antiguas sobre el suceso. En primer lugar, acerca de la edad del negrito en el tiempo del milagro, diciendo que tendría alrededor de veintiséis años. En segundo lugar, acerca de la procedencia del esclavo, aclarando que no era originario de Angola -como supone uno de los primeros cronistas de la Virgen de Luján- sino de Cabo Verde, y más precisamente de Costa de los Ríos, situada al sur del Cabo Verde, en el África[1].
Todos estos datos, profundamente estudiados y documentados, se ven aún más precisados en la obra del postulador de la causa del Negro Manuel, el P. Guillermo Durán “Manuel “Costa de los Ríos” – Fiel esclavo de la Virgen de Luján”. Allí refiere: “Llegó al Río de la Plata como parte de un lote de esclavos africanos, proveniente de Pernambuco (Brasil), para ser comercializados en Buenos Aires. Era originario de África continental (atlántica), de “Costa de los Ríos”, en Guinea superior. Al recibir el bautismo, al nombre cristiano de Manuel se le agregó el lugar de nacimiento o procedencia, como era costumbre en la época. Por eso en el acta de venta a favor de la Sagrada Imagen de Luján se lo identifica como “Manuel Costa de los Ríos” o “Cabo Verde” (península). Por ser “guineo” hablaba, además de la lengua africana propia, el portugués, y con el tiempo el castellano. Condición de origen que hacía que este tipo de esclavos fueran sumamente valorados por los potenciales compradores”[2].
Ciertamente su fervor y dedicación en el servicio de “su Ama”, como gustaba llamarla, fue un ejemplo para todos los que lo rodearon y la Virgen mostró su complacencia por su esclavo, otorgándole innumerables gracias y favores divinos. El primer cronista de la Virgen, el mercedario Santa María, nos da a entender que el negro tenía un trato familiar con la Imagen y eso se refleja cándidamente en este pasaje de su testimonio:
“… y era común opinión del vulgo que este negro hallaba a la Virgen Santísima llena de rocío muchas mañanas, y con abrojos en el vestuario, y que empezaba a clamarla, que qué necesidad tenía de salirse de su nicho, siendo poderosa para obrar cualquier maravilla, sin menearse de él”.
Es de particular valor este relato pues, como el mismo fraile afirma, conoció al negro Manuel ya anciano: “… y le conocí viejo, vestido de un saco a raíz de las carnes, y con la barba muy crecida”.
Sabemos por Salvaire “que el negro Manuel casó con una mujer criolla, llamada Beatriz, y que debió de ser mirado en gran consideración y estima…”. Toda su vida, a partir del milagro, la transcurrió al servicio y promoción del culto de la Madre de Dios. Fue él quien -por inspiración divina, sin duda- procuró el primer capellán de Nuestra Señora, tal como nos lo relata el mismo fraile mercedario, Pedro Nolasco de Santa María: “Llegó Pedro Montalbo, al parecer muerto, cerca de la puerta del Oratorio, y entró el negro Manuel, y ungiéndole el pecho con aceite de la lámpara de dicha Imagen, volvió Montalbo en su acuerdo, y empezando a consolarle le dijo dicho negro Manuel, que la Virgen Santísima le quería para su Capellán”[3].
Como refiere el Padre Salvaire, el negrito “murió en opinión de santidad”[4]. Y es que viviendo al servicio de tan buena Ama, sin duda fue creciendo en amor e imitación de Nuestro Señor hasta alcanzar el premio de la felicidad eterna. Nos relata así Maqueda los últimos momentos de su vida terrenal: “Hallándose el negro Manuel en la última enfermedad dijo un día, que su ama le había revelado que había de morir el viernes y que el sábado siguiente lo llevaría a la gloria. En efecto su muerte aconteció el día mismo que había dicho”[5].
El 30 de julio de 2019 la Congregación para las Causas de los Santos autorizó el inicio de la causa de beatificación del negrito Manuel.
[1] Mons. Presas… XXXXXXXXX
[2] Durán, Juan Guillermo, Manuel “Costa de los Ríos” – Fiel esclavo de la Virgen de Luján, Libros Agape, Buenos Aires 2019.
[3] Santa María, Historia.
[4] Salvaire, Jorge María, Historia XXXXXXXX.
[5] Maqueda, Historia XXXXXXXXXX.